10F


Siendo honesta nunca creí que me llegara a pasar a mí. Cada que me contaban de alguna peripecia similar no podía sino sonreír internamente sabiendo que, gracias a mi exceso de planeación, yo nunca sería víctima de semejante infortunio. Pero más pronto cae un hablador que un cojo, y en este caso finalmente me pasó a mí: 
Casi pierdo el vuelo.
Todo comenzó en mi quinto día en Inglaterra, fecha en la que debía partir rumbo a Lisboa, sede del XX Congreso de la Sociedad Europea de Investigación de Sueño (ESRS) y motivo oficial de mi viaje.

·  De la casa de mi hermano, en Wivenhoe,  hasta el aeropuerto de Heathrow (Terminal 3), según mi hermano y yo, se harían alrededor de 4 horas. Error #1. Se hacen 5 mínimo. Ergo, iba  ya con una hora de retraso sin saberlo.

·  Gracias a un ciudadano metiche me enteré (tarde, obviamente) que debido al pésimo mantenimiento en la red de trenes y de metro del Reino Unido, ésta había cambiado recientemente de administración, por lo que en fines de semana y a veces entre semana se hacían reparaciones, las cuales obstaculizaban el tránsito de los usuarios. Error # 2. No contaba con que los paros en el metro podían tardar hasta 1 hr. Luego entonces iba con un riesgo de perder hasta otra hora esperando el metro. 

·  Debido a que en viajes anteriores había utilizado las Terminales 4 y 5 del Aeropuerto de Heathrow, absurdamente asumí, (y recalco mil veces el asumí) que esta vez saldría de la Terminal 4, siendo que en realidad salía de la 3. ¿Porqué mi error? pues porque en mi mentecita estrechita sólo cabía la posibilidad de que la terminal 5 era para viajes trasatlánticos y la 4 para todo, todo, TODO lo demás. Sí, lo mismo para ir a Irlanda que a Abu Dhabi uno usaba la 4. ¿Y el resto de las terminales? bien gracias. Error latente # 3. Tiempo perdido: infinito de no haberme dado cuenta "a tiempo".

·  ¿Cuál era la importancia adjunta de este último y crucial factor? inmensa, porque de haber visto a detalle el mapa del nunca bien ponderado London Tube, habría visto que no todos los vagones van rumbo a la Terminator 4. Es más, son esporádicos los que se aventuran para allá. En contraste, la mayoría de la Picadilly Line (la azul que te lleva hasta Heathrow)  van a las Terminales  más frecuentes, léase la 1,2,5 y sí,  a la 3. 
  •  Total que me estuve esperando alrededor de 30 minutos a que llegara un tren que me llevaría a donde no debería estar. Mientras esperaba ansiosa la llegada de mi anhelado tren, y después de dejar pasar alrededor de tres que iban a las terminales 1, 2, 3 y 5, decidí (a buena hora)  checar mi boleto, y ¡oh craso error! resulta que siempre sí iba a la terminal 3.. y ¿cuál es el tren que se aproximaba?, claro, el de la terminal 4. Error # 4. Tiempo perdido: 40 minutos.

  • Finalmente llegué a la terminal 3, corriendo con todo y poster, llegué al mostrador de British Airways, donde me informaron que, a pesar de haber hecho muy puntualita mi Check-in online, el registro de maletas había cerrado 20 minutos antes, y que no me quedaba de otra más que cambiar mi boleto. Decepcionada y angustiada, (por tanto, con paso lento) fuí a la taquilla donde no sólo me regañaron por mi falta de planeación, sino que me dijeron que mi boleto no aceptaba cambios ni devoluciones, por lo que tendría que comprar otro por la módica cantidad de 200 GBP, por un vuelo sencillo que normalmente no cuesta más de 50. Estaba a punto de hacer el fatídico trueque cuando se me ocurrió preguntarle si podía evitar checar mi equipaje y meterlo en cabina -- pausa para agradecer a Ryan Bingham por enseñarme que siempre, de ser posible, se debe de viajar con una maleta que quepa en cabina--- continuó: a lo que la empleada me dijo que sí, pero que le corriera puesto que mi vuelo salía en 20 minutos y la puerta la cerraban, en siete escasos y contados minutos.

  • T minus 7 y yo tenía que: a) subir las escaleras enoormes para llegar al chequeo de equipaje, b) brincar y sortear a: abuelos con partes metálicas que nunca acaban de sonar en el arco, viajeros con look sospechoso y sobre todo a papás con miles de carreolas y aditamentos para chamacos que tardan mínimo ocho minutos en armar y otros ocho en desarmar. No lo lograría. Algo en mí se iluminó y decidí hacer lo inimaginable: Grité. Sí, en pleno aeropuerto de Heathrow, segundo epicentro del paniqueo world-wide,  grité que me dejaran pasar. Bueno así como gritar no tanto, alcé la voz y con ojos llorosos les pedí a las 20 personas delante de mí que me dejaran pasar, que tenían detrás de ellos a una lamentable viajera tardía, que perdería su vuelo y con él la oportunidad de conocer a los grandes sueñólogos del mundo. Todo eso les expliqué en 10 segundos, después de los cuales TODOS, incluyendo las casi siempre intransigentes damas de seguridad aeroportuaria, me dejaron pasar. Tiempo transcurrido: 5 minutos, tiempo restante: 2 minutos.
 Después de que dos agentes de seguridad me recogieran mi pasaporte en sendas ocasiones, y de que me indicaran amabilísimamente un atajo por donde llegar más rápido, corrí, corrí como nunca lo había hecho. Mi poster estaba completamente machucado de un lado, debido a que en las escaleras había sido devorado ferozmente por los colmillos de los escalones eléctricos, mi mochila estaba abierta y mi maleta iba escupiendo ropa y artículos perfumiles varios por igual. No me importó. Corrí y en un punto, en cámara lenta, pensé que ya no lo lograría, pero no, La Fuerza estaba de mi lado. De algún modo logré sacar fuerzas y corrí el último tramo que me separaba desde los andadores hasta la anhelada puerta 24 D.  Cuando iba bajando (escandalosamente) los último escalones, alcancé a ver mi primero halo de esperanza al ver el letrero que decía: Gate 24 Closing. Esa pequeñísima diferencia del infinitivo al gerundio lo fué todo. Cuando finalmente, jadeando llegué a la puerta, lo único que alcancé escuchar fueron tres mágicas palabras: You're on time.

No lo creía, tenía una sarta de justificaciones preparadas para que me dejaran entrar y ser la temible última pasajera, pero no, no eran necesarias. Tomó mi pase, y me dió la bienvenida. Estaba dentro y no lo podía creer.
Aún dentro del camioncillo que luego nos llevaría al avion, les seguía preguntando a los otros pasajeros si efectivamente éste era el vuelo a Lisboa de las 14:55. No podía creer que hubiera llegado. De alguna manera se había abierto un vórtex en el que yo había logrado pasar carreolas, ancianos, líneas de seguridad, paneles, gente lenteando en el Duty Free y metros y metros de distancia en sólo 7 minutos.
Una vez dentro del avión los de la tripulación estaban apenadísimos conmigo puesto que me habían tenido que cambiar de lugar y me había tocado en la puerta de emergencia. ¡Ja! para lo que importaba en ese momento. Aún así me había tocado lugar con ventana, cosa que siempre agradezco. Me tomé dos tés para bajarle a mi temblorina y finalmente a las 14:58 sentada cómodamente en mi asiento  le dije adiós a la posible yo que se hubiera quedado ahí, tristeando por llegar por primera vez en su vida, tarde a un vuelo.




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