Estoy experimentando con la masa de hojaldre, espero que alguna de mis pruebas funcione, y logre eventualmente hacer el pay, empanada o paste perfecto. Mientras tanto sigo echando a perder y combinando frutas, a ver cuál queda. Ahora intento pasar del pay de manzana y los hojaldres salados y lograr lo indecible: un pay de guayaba con queso y en hojaldre, perfectamente equilibrado.
La repostería es de mis poquísimos pasatiempos. Al igual que me pasa con las colecciones (sólo tengo dos, una de cajas y otra de guías turísticas) les pierdo el interés con notable facilidad. .
Pero a la repostería, junto con el cuidado de las plantas (que me niego a llamar horticultura, disto mucho de ser tal), el hacer rompecabezas y el (ver) diseño gráfico me gusta dedicarles mi tiempo libre y, en el caso de la repostería, disfruto pensando en posibles fórmulas que potencien el sabor y textura. Al final veo que ni siquiera es para consumo propio, regalo (o tiro, ejem) la mayoría de mis pruebas, sino por el placer de hacerlo. Hace un año logré el pastel de chocolate perfecto (en sabor) horrendo de apariencia. El secreto fue nada más ni nada menos que la miel de maple, aunque antes probé con mermelada, azúcar glass, varias medidas de Royal y chocolates de distintas consistencias. Este año intentaré perfeccionar su apariencia y mantener el delicioso sabor, pero más aún, me concentraré en lograr un pay de guayaba digno de la mismísima Nigella Lawson.
Mis contados placeres palatables.
A veces.
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A veces, cuando me duermo tarde como hoy, abrazo a mi esposa por la barriga
y mi bebé me patea la mano. Me siente. Sabe que yo estoy ahí, y yo sé que
él es...
Hace 4 años
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