Del choque, huída y la impunidad que le rodeó.

Ayer fuí víctima de un hit and run. Mientras circulaba en Ejército Nacional de centro a poniente, y al cruzar periférico, un automovilista manejando un Audi A3 negro con placas del estado de México: MLF (algo más que desafortunadamente no apunté) me embistió después de pasarse sin más ni más, un semáforo en rojo. Cabe mencionar que el conductor orgulloso portador de una playera de las Águilas del Ámérica, no sólo se pasó el alto, sino que venía completamente distraído, dado que venía buscando algo (que evidentemente era más importante que prestar atención al camino) en el suelo de su coche.

 Una vez que golpeó mi coche en la puerta detrás del conductor, y al reclamarle de coche a coche, se limitó a decirme que "no fuera exagerada, y que ni le había paso nada". Nada, decía, a pesar de enseñarle que tenía completamente sumida la puerta trasera, se limitó a considerar que eso no era gran cosa. Le dije que se bajara, a lo que me respondió que sí, sólo que no ahí ya que obstruíamos el tráfico, y que estábamos frente al Hospital Central Militar.  Cuando avancé un poco para orillarme, el hombre decidió aplicar la huída dejándome en plano crucero, con semejante golpe y nadie a quién reclamarle. Nadie a pesar de que había no uno sino CINCO policías, de los cuales NINGUNO se percató ya no de la infracción al pasarse el alto, ni de ir sin cinturón de seguridad,  hablando y buscando algo en el suelo sin prestarle la mínima atención al camino, sino del choque que acababa de ocurrir en sus narices.

Inmediatamente después de que huyera, fuí con los policías para decirles lo que había pasado, que mientras ellos se dedicaban a comer tacos en el camellón, me habían golpeado y huído impunemente, a lo que el policía I. Gutiérrez de la patrulla P16-04 de Polanco, Miguel Hidalgo se limitó a decirme  que "ya no se podía hacer nada, porque como ni tráfico había, que no había caso en perseguirlo, segurito ya se había ido tendido. A lo mucho, lo puedo radiar y a ver si alguien lo ve." Imposible alcanzarlo en una patrulla o motocicleta después de menos de un minuto de que hubiera huído.

Finalmente, los tres policías de tránsito y dos de prevención se cruzaron de brazos y se limitaron a irse a la siquiente calle sin mover un dedo.

No pretendo hacer justicia a través de este medio, sino narrar lo que me ocurrió.Entiendo que mi reacción fue igualmente mala y retardada, al no tomar los datos del conductor e impedir que se fuera impune, puedo culpar a los nervios (que sí tenía y muchos), al coraje, a la distracción, ingenuidad o simple estupidez. Esa es mi parte y la asumo, sabiendo que ahora no podré denunciarlo oficialmente, sino limitarme a una descripción somera. Sin embargo, mientras esperaba la llegada de mi ajustador, y observaba la retahíla de cámaras, patrullas, patrulleros, motociclistas y policías de a pie, pensé que en concreto de qué sirve tanta parafernalia si a la hora de la necesidad efectiva, su reacción es de pasividad y desidia ante quienes los necesitamos.

Siempre he admirado la labor de los cuerpos de seguridad, y considero que es muy fácil opinar desde fuera, criticar a quienes hacen un servicio a la comunidad y se enfrentan a las situaciones más críticas y peligrosas, como es el caso de la Policía del GDF. Sin embargo, en este caso vivido en primera persona, no me deja sino un mal sabor de boca ante el empeño en perpetuar los estereotipos de impunidad, indiferencia, pasividad e idnolencia de los policías viales y de prevención que se supone, deberían estar ahí para hacer otra cosa que estar a la caza de verificaciones vencidas.

Igualmente reflexiono sobre la mentalidad de un conductor, quien a todas luces tendría un seguro con qué pagar un deducible mínimo, y a quien lo único que se le demandaría sería asumir la responsabilidad de un golpe que claramente pudiese haber sido mil veces peor. Sin embargo ni siquiera eso pudo hacer. Prefirió irse y así sentir que había librado una victoria ante algo de lo que él no se sintió TAN reposnable. una distracción a cualquiera se le pasa, gente exagerada. Seguramente se rió de esto, y pensó que pobre vieja loca. Nunca un ápice de concienca y responabilidad al respecto. Me imagino que tal y como pretendió, llegó a tiempo para ver el partido de sus Águilas, al cual evidentemente no podía faltar.

Mi golpe me lo quedo yo, lo pago yo, y mi coraje lo saco por acá.







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