Consideraciones sobre lo cursi

Reflexionando sobre lo cursi, sobre lo increíblemente accesible, presente y perenne de lo cursi y del lugar común, me topé con esto. Huelga decir que las fechas envalientonadas se prestan a semejantes tribulaciones, y sobra igualmente decir que he sido víctima, portadora "creadora" y orgullosa inspiración de alguno que otro monumento a lo kitsch y cursilugarcomunoso... sobre todo en épocas navideñas, pero como esas ya pasaron y esta celebración fiebreril febrosa me hace lo que el viento a Juárez, me puedo preguntar sin resabio de benevolencia ¿porqué la constante de lo cursi? ¿porqué el triunfo de lo repetido repetido repetido y de la mirada esquiva de las "reflexiones" pasajeras? ¿o es que lo cursi se puede resignificar a cada tanto?

Por eso y muchas cosas más, me decidí a poner un fragmento del texto de Hernando Téllez escrito en 1951 a propósito de la emmmmpalagoousa y muy famosa obra El Derecho de Nacer, obra que por cierto, han filmado, hecho radionovela y en múltilples ocasiones telenovela, después del apunte de Téllez, retomando pues la idea de lo sempiterno de lo cursi.





Lo cursi tiene su natural imperio cuando una burguesía en ascenso económico no ha conseguido crearse todavía o no dispone, por herencia histórica, de una auténtica y sólida tradición cultural. Es la cursilería del nuevo rico que anhela demostrar su nueva condición por medio de un refinamiento postizo y es también la del pobre que anhela disimular su verdadera condición por medio de expedientes en que lo trágico y lo cómico se entremezclan denunciadoramente. Es la dignidad teatral de un vendedor que lleva, sin embargo, los zapatos rotos. Y el desafiante exhibicionismo del nuevo rentista que se llena de automóviles de último modelo. Y la coquetería de una niña que presume de mujer. Y la de una mujer que presume de niña. La cursilería puede estar implícita en el traje, en los ademanes, en la conversación, en el concepto de la vida, en la idea de lo que uno es y no es. Hay cursilería en el amor, en la amistad, en la política. Se puede ser cursi por solemnidad o actuando conforme a la creencia de que el amaneramiento es el colmo de la estilización. Una mujer liviana cae en la cursilería cuando representa el papel de la honesta agresiva, de la esposa sin tacha o de la matrona irreductible. Una colegiala puede convertir su candor en pura cursilería, si lo extrema, o su impudor si lo disfraza de candidez. Es por ello por lo que la cursilería puede expresarse de la misma manera en el éxito de Caignet y en la tendencia irrefrenable de la alta o pequeña burguesía para no dejar en discreta penumbra ningún acto privado que pueda denunciar, ante el público, la solidez económica de su situación o lo que esa misma burguesía reputa como signo de aristocracia, de supuesto refinamiento y de máxima distinción. Por eso las páginas de vida social de los diarios son prodigiosamente cursis, no porque así lo deseen sus redactores, sino porque el ambiente social así lo exige. Hay un esnobismo de la cursilería, como hay un esnobismo del buen gusto. México se halla en la primera etapa. Y de esta suerte, la literatura de un escritor como Caignet encuentra eco popular muy extenso.
Pero usted querrá saber en qué consiste la cursilería literaria, y por extensión toda la cursilería. Es un problema de calidad en las formas, en el estilo. No la ausencia de estilo. La ausencia de estilo es —¿Cómo le diría a usted?— la barbarie no exenta de cierta fuerza y de cierta áspera seducción. Hay ciertos lenguajes literarios enteramente bárbaros, llenos de poderoso atractivo. Y ciertas formas de vida, primigenias, no exentas de seducción. El estilo es un principio de adecuación, de convenio, un compromiso respecto de las normas. Lo cursi en el estilo literario aparece cuando el escritor resulta incapaz de hacer una aleación honorable de los materiales con que trabaja. Cuando hace el oficio de joyero falso y a su producto quiere dar sin embargo la apariencia de lo verdadero y de lo fino. Esta distinción entre el cobre de lo cursi y el oro de lo verdadero, requiere, socialmente hablando, la experiencia cultural y civilizada de que se habló antes. Los países jóvenes están, en lo general, justificados históricamente para caer en el truco del falso joyero. Para tomar el cobre por el oro y pagarlo, muchas veces, a precio de oro.



Hernando Téllez

1 comentarios:

  1. ¿Por qué 'por qué' se escribe separado? Porque la preposición 'por' y el pronombre o adjetivo interrogativo o exclamativo 'qué' no son sustitubles.

    «¿Por qué me has hecho eso?» (GaMorales Lógica [Esp. 1990]); «Aún no sé por qué razón he venido» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]); «—¡Que por qué! —exclamó» (RRosa Sebastián [Guat. 1994]).

    Consultado en http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=Por%20qu%C3%A9 el 4 de Enero de 2008.

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