La ludoteca

De niña tuve muchos juguetes. No me acuerdo ya de la mayoría, pero el otro día, en pleno rush navijuguetero en las tiendas, y mientras criticaba lo horrendo de las muñecas actuales, léase de las Bratz y demás muñecas golfas, y daba mi perorata quejumbrosa de costumbre, me acordé de unos monigotes que tuve en cantidades cuasi industriales, las Magic Nursery y que no se caracterizaban precisamente por su belleza ni mensaje feministoide...



Digo que tuve muchas porque, siendo una ñoña, matada, aplicada, etc y demás títulos deleznables para el caso, recibía una cada vez que entregaban las boletas de calis, léase una por mes.  Total que en cuanto tuve edad de dilucidar, opté por las mentadas Magic Nursery para premiar mi nulo esfuerzo y alta recompensa. Aunque teniendo un hermano-hombre-mayor-cuasi-bully, me era medio que muy difícil no caer ante la tentación de preferir los Tonka y las miles de pistas de Llantas Calientes que había en el mercado, antes que a las muñecas, ya que básicamente era mil veces más divertido andar jugando a los choques que a la mamá/niñera y anexas. Como sea, mi mamá se las arregló para que, como Mafalda, sacara mi instinto a pasear un rato y me entretuviera por hooraaas con las Magic Nursey, cuya única gracia yacía en el hecho de que no sabías si te había tocado un ñiño o ñiña, tenías que abrir el pañal y desintegrarlo en agua, cuando aún era moderno eso de los productos biodegradables....



una vez hecho polvo, hallabas la acuarespuesta ansiada: te había tocado una ñiña, ergo tenías que bautizarla ¡¡¡SÓLO CON LOS NOMBRES OFICIALES QUE VENÍAN EN LA LISTA DE MAGIC NURSERY!!! nada de nombrecitos autóctonos ni subversivos como Lenia o Xóchitl... aquí uno se conformaba con Rebecca, Ashley, Natalie y demás WASP-ismos.

Así que básicamente esos monigotes fueron mi única fuente de experiencia pseudo materna lúdica. Ya luego me entró la afición por armar ciudades, con vialidades y todo el rollo, en las que acomodaba las casas de muñecas que fueron mi perdición hasta que llegó mi amada Avalancha Apache a la cual le dediqué tardes y tardes de alegría y trancazos siniguales y que pasó a un lejano segundo lugar cuando finalmente hallé mi verdadera vocación lúdica: LAS TIENDAS. Tuve desde una farmacia, hasta una ferretería, pasando por el Restaurante Los Pericos y ooobvio por amada Panadería: La Concha Feliz.. de la que hasta mandé a hacer bolsas y todo el rollo.. nada de ser una comerciante amateur.. yo iba con todo para arrasar mercados. De ahí tal vez. mi deseo/obsesión con ser finalmente una HHH señora cajera... ahhh.. hopefully, algún día se me hará, mientras tanto me entretendré en las Neurociencias a ver qué hallo...
Así queeee, me pasó en los juegos y pasó en la vida real: la  vocación me llegó de donde menos... ejem... la andaba esperando...

2 comentarios:

  1. bien por "La Conche Feliz" con todo y sus hcarolitas y pinzas para el pan, y desde luego el tintineo de las monedas en uan caha de galletas "esas de mantequilla que recien entraban al mercadoy que las cajitas azules en las que venian eran sinonimo de la entrada al paraiso del sabor

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