The Earth Guardian

Haciendo memoria de mis pasajes adolescentes, recordé que cuando tenía aproximadamente 13 años, me uní a un grupo ecologista llamado los Earth Guardians. Dicho grupo venía hasta donde recuerdo de Hawaii, y se componía de una ñora que lidereaba a un grupo de chamaquines de muchas partes del mundo. Ahora que lo recuerdo, éramos una especie de High School Musical ecologista, porque habíamos representantes de todos los grupos étnicos que se pudieran recolectar: estaba mi buen amigo Brian junto con su hermana Elya o algo así, que eran los hawaianos, Sonia y David que eran de Australia y Kiruk, mi amiguísimo de Nicaragua y muchos otros más que ni me acuerdo. Solíamos tener reuniones todos los sábados en casa de Hellen, la ya mentada lidereza, sobre cómo hacer un cambio en la conciencia de las personas con respecto al cuidado del ambiente. Íbamos a escuelas a hacer campañas verdes, y no, no por ir bajo influjo alucinógeno, sino por el caracter pro ambientalista de la onda. Hice muuchas compostas y hablé algunas otras veces enfrente de muuchos chamaquines, quienes como yo, se emocionaban muchísimo, sobre todo al ver entrar a un grupo de alegres colegialos interraciales enfundados en playeras con mensajes ecologistoides. Finalmente estuve a puntito de irme a Costa Rica y a Hawaii a lo que ahora entiendo, sería una World Meeting, pero mis múltiples deberes (léase padres desconfiados) no me lo permitieron.

Sin embargo, el sumum de mi participación como guardiana de la tierra fue cuando, ante la honorable presencia nuestro último Regente de la Ciudat, Oscar Espinoza Villareal, formé parte del jurado calificador del menumento que ahora se ubica en la segunda sección de Chapultepec casi esquina con Alencastre, osease enfrente del Meridiem. Y si alguna vez pasan por ahí podrán ver que es verdaderamente feo, y que además de feo lo tienen en condiciones francamente deplorables. En fin, todo fué por la naturaleza (!).

Finalmente mi etapa como guardiana activa de la tierra finalizó en cuanto entre a la preparatoria, que en realidad fue CCH, y me tope con otra afición: tener el honrroso cargo de Enlace 1 en los Topos Azules, o brigadas de voluntarios de protección civil... pero esa, esa es otra historia.

Todo este prólogo me sirve para mencionar que de las pocas cosas que se me quedaron de esta faceta mía ecologista, además de las tipiquísimas costumbres como no tirar basura en la calle, separar la basura, reutilizar el papel hasta el final de finales, apagar la luz, y demás demases que ya no me acuerdo, es la de NO USAR POPOTES.

Con cuanta gente salgo: amig@s, parientes, galanes, colegas, compañeros, colegas, etc. y demás, les hago énfasis en lo absurdo que resulta el utilizar un pedazo de plástico para ahorrarse 5 centímetros de movimiento. A menos que se hallen en un estado de salud que demanden el uso de dicho artilugio, sugiero que en lo posible eviten el consumo de popotes, ya que además de ser increíblemente estúpidos, generan mucha MUCHA basura, se degradan muuuy lentamente y generan grandes cantidades de los ya temidos lixiviados. Así queeeee, como en la mayoría de los restaurantes se acostumbra darlos sin solicitarlos, sugiero aclarar que NO les den popotes. Y donde sea self-service, pues obvio, no los tomen. Y ya, tan fácil como eso.

Ah y divúlguese si así se desea.

He ahí mi comentario eco-conciente de la semana.