Knitt-knot

Estoy terminando la primera parte de tres de una bufanda tardía. Tardía puesto que a este paso la iré concluyendo por ahí de abril, osease, justito a tiempo para el calorón, cuando ya nadie la quiera. Ni modo, gajes del no-oficio.

Me habían dicho que el tejido agudiza las habilidades manuales, específicamente las digitales, yyy la verdad no lo creía, no lo creía-ía, hasta la semana pasada que tuve una de mis ya famosas cirugías felinas. Si bien no soy un dechado de precisión, también es justo decir que, fuera de un error garrafal cometido hace dos años, me he desempeñado decentemente bien en el ámbito quirúrgico... pero a la hora de finalizar las cirugías, ahí es mi calamidad. Después de estar 4 ó 5 horas parada, agachada más bien, sobre una mesa de operación, cuidando insertar electrodos de 1 mm de grosor en estructuras de 2 mm, pues la cosa es un poco tensa, y ya por ahí de las 2 pm mi pulso empieza a ceder al ritmo del merengue... pero oh sorpresa, que me topo con que esta vez mi pulso se mantuvo estable no sólo a la hora de conectar electrodos, sino a la hora de cerrar y suturar, justo cuando siento que claudico. Y no puedo sino atribuírselo a las horas dedicadas a mi tejido... bueno no a MI tejido, eso suena muy orgánico, más bien al tejido, a la bufanda pues, que estoy haciendo.
Mis respetos a las ñoras que se avientan colchas y demás y que ya no requieren siquiera ver el hilo, lo hacen naturalmente, mientras echan chisme, o bien mientras que un gato retozón juega con el estambre que cuelga de su regazo. Yo no, yo tengo que ver atentamente los puntos y a cada tanto darle un ojazo de satisfacción a la obra realizada.
Heme aquí, cual Ariadna teje y teje un derecho y dos revés.