La angustia


Charlando con mi versada prima sobre una de las más temibles angustias de las que puede ser preso el ser humano, la angustia del arrivo de la charola de canapés, logré que abriera su corazón y me narrara algunas de sus experiencias, las cuales comparto en este espacio:

"..... todo el asunto canapesil me angustia mucho; pero, lo que más me puede, es cuando se acerca el mesero, reflejando una maldad irónica en el rostro, una demoniaca expresión en sus rasgos, ofreciendo con ese tono entre servil y burlón, UN CANAPÉ ¡¡¡Un ca-na-pé!!! Desde esa educada limitación, mi corazón se arruga y es ahí donde un soplo de vida envuelve a los expectantes canapés en la charolita, los miro tan tímidos y sugerentes, tan inocentes y perversos.....que no sé si dejarlos vivir o exterminarlos a todos. Una crasa batalla entre el ser y el deber ser, mis sentidos están agudizados, su seducción me empieza a enfermar y enmedio de un mareo, sucumbo ante la tentación de uno de ellos. El mesero se retira, miro su partida con profunda tristeza, quisiera correr tras ellos y demostrarles cuánto los amo. La plática me aburre, un solo pensamiento danzando en la mente que alborota todos mis sentidos, los deseo y ¡¡¡¡Qué diablos!!!! ¿Qué tiene de malo correr tras ellos? Me disculpo un momento y logro divisar al luciferino mesero....siento tan torpes las piernas, ese encuentro no debe tener demora, su perversidad está haciendo sucumbir a los demás comensales y los escucho en estruendosa carcajada, haciéndose cada vez menos. Y ahí otro dilema, repetir especie o probar una nueva....todos ellos coquetean y algunos quieren engañarme. Estoy decidida, acabaré con ellos antes de que ellos acaben conmigo......pero ¡¡¡son tantos contra una!!! Logro atrapar tres o cuatro, que se esfuman entre dedos y dientes. Volvieron a escapar.....ya solo son unos cuantos, los despreciados, probablemente los que menos saben explotan su sensualidad.....no importa, en este tipo de casos, no soy clasista.....sin embargo, allá vienen otros, los mexicanos gritando un perverso ajúa y aún escurriendo en aceite......por otro lado, los franceses tan finos y elegantes....locura total....una danza cosmopolita que me excita, que me desorbita los ojos, que me desboca el deseo y junto con ello, el corazón."


Ya lo decía el poeta: ¡Oh dulce congoja la que hallo en tu seducción, deliciosa charola de canapecitos!

2 comentarios:

  1. Jajaja, como atascator profesional y voz autorizada en las artes tragadiles puedo comentar con total seguridad que el antojo o deseo que puede producir un alimento es inversamente proporcional a su tamaño.

    Es por eso que me encanta comer todo lo que venga en modalidad botanita.

    Basta con mencionar los sandwichitos cortados en 4, pueden ser los mismos dos panes bimbo rancios, el mismo jamon que ya tiene una capita como de espuma de jabón y la misma mayonesa que lleva en el refri casi una decada pero al cortarlo y presentarlos en chirris se vuelven un manjar gourmet.

    La neta es que los canapés siempre me han parecido bastante chafines, pero comparto la misma sensacìón que tu al verlos en la charolita, ahi parados orgullosamente, pidiendote que te comas al menos media docena de ellos, son simplemente irresistibles.

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